La práctica de la lucha de los gladiadores parece provenir de la zona del Sannio -una región histórico-geográfica de la Italia centro-meridional- y, como muchos otros aspectos de la cultura sanítica, fue adoptada por los romanos.
Su origen se suele vincular al munus (término que en latín tiene la doble acepción de “asignación” y de “regalo”). La costumbre de ofrecer espectáculos públicos en circunstancias particulares, como por ejemplo el duelo a muerte entre esclavos en ocasión del funeral de cualquier familiar, era muy celebrada.
Otra hipótesis indica que el nacimiento de los gladiadores debe vincularse necesariamente con el mundo etrusco.
Con respecto al posible origen etrusco de los juegos de gladiadores, algunos testimonios arqueológicos parecen demostrar las influencias de tal pueblo arcaico en los hábitos de Roma, visibles en los frescos y pinturas de las tumbas y en algunas fuentes literarias.
En las paredes de dos tumbas de Tarquinia, respectivamente la tumba de los Augurios (segunda mitad del siglo VI antes de Cristo) y la tumba de las Olimpíadas (últimos veinticinco años del siglo VI antes de Cristo) se representa un grupo de personas donde aparece un extraño personaje enmascarado llamado Phersu, que conduce un perro feroz encadenado mientras éste ataca a un hombre con la cabeza cubierta por una bolsa, que se defienda con un clavo.
En esta cruenta escena de combate, según Raymond Bloch, debe interpretarse un anticipo de los futuros juegos de gladiadores romanos. De acuerdo con esta versión, derivarían entonces de los juegos fúnebres de la antigua Etruria en el curso del cual se ofrecía un hombre a las fieras para que intentara desesperadamente salvar su vida.
Cabe mencionar que en las urnas y sarcófagos etruscos se encuentran frecuentes representaciones de combates que también se leído como anticipos de la función de los futuros gladiadores romanos. También se encontraron escenas de combate entre famosos guerreros mitológicos, durante la Antigüedad clásica.